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«El artículo que he escrito hoy he estado a punto de no escribirlo nunca»

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Apenas presté atención a su mensaje de buenos días, aunque clavé la mirada muy atentamente sobre la pantalla del móvil, esforzándome por apreciar lo que me acababa de enviar. Pero eso solo sirvió para que mi ego me desviara del tema diciéndome que la frase que ella compartía y que tanto le había impactado yo ya la sabía. Una frase atribuida a Jodorowsky un tanto densa para esas horas del día. Aún así le envié unos cuantos emoticonos y un gracias muy grande por lo conmovedor que me resultaba saber que ella estaba siempre ahí. Fuera la hora que fuese y en el formato que fuera. Su alegría convocaba a la mía y eso era muy de agradecer.

El día siguió su curso y por alguna razón aquella frase que ella me había enviado y que de alguna manera yo había querido pasar por alto, aparecía una y otra vez en mi mente. No había ninguna nube, el sol estaba bien alto y de vez en cuando una extensión de aire tocaba mi pelo. Que felicidad volver a sentarse-pensé. Apoyé mi espalda en el respaldo del banco de madera y repasé lo que sabía de mí, ¿había alguna vez en la que yo hubiera querido dejar de hacer algo?. Lo que fuera. Sentí como me subía la sangre a la cara. Si, claro. Millones de veces. La respuesta me resultó obvia, humana diría yo, pero no me tranquilizaba en absoluto. Y, ¿cómo se puede vivir haciendo lo que uno no quiere hacer? ¿cómo lo he vivido yo? . Esta vez sentí una punzada en el estómago, en el lugar en el que suelo sentir las cosas que son de verdad y volví a revivir con la misma angustia esas situaciones pasadas que creía olvidadas. Durante un minuto no se manifestó nada más en mí que el rememorar cuando trabajaba en Hard Rock y quería marcharme, el momento en que me di cuenta de que no quería seguir más en aquella relación nada saludable o incluso algo más reciente, cuando decidí que necesitaba sacar mi lado artista y tenía que ir a por ello. De pronto, un torrente de bienestar. No era magnífico todo lo que había hecho hasta ahora, pero tenía su belleza-concluí para mí misma. En definitiva, dejar de hacer lo que no quería hacer era la base de mi existencia aunque no siempre fuera fácil.

Pero..¿cómo lo hacía? ¿cómo seguiría haciéndolo en el futuro? Porque a estas alturas ya no iba a cambiar esta manera de proceder sabiendo que me sentaba tan bien. Igual su frase, la que ella me había hecho llegar por la mañana era la clave de todo. Quizás para dejar de hacer algo sólo hay que dejar de ser quien no eres.

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