Seleccionar página

blogpostmantraenough1

verogran_enough2

La idea de que no tenemos suficiente de lo que sea comienza cada día a primera hora de la mañana.

Suena el despertador y nuestro primer pensamiento es…¿Ya es la hora? ¿Tan pronto? «No dormí lo suficiente». 

En cuanto ponemos el pie fuera de la cama y de forma mecánica pensamos: «Hoy no tengo tiempo ni para tomar un café» «No sé si seré capaz de hacer todo lo que tengo que hacer»  y así sucesivamente durante todo el día. Cada semana, mes, trimestre. Cada año. 

Gastamos mucha energía haciendo inventario de todo lo que nos falta. Nos falta tiempo, vitamina E, enzimas, brillo en el pelo, dinero. No somos suficientemente buenos, ni suficientemente inteligentes y siempre nos falta justamente lo que otros tienen para ser completamente felices.

Vivir sintiendo que somos deficientes en algo  se ha convertido en una forma de vida y nadie se lo cuestiona. 

Es por eso que nos quedamos en trabajos que no nos gustan, relaciones que desgastan y  comemos de más aún cuando no tenemos hambre. Porque desde ese estado de no abundancia es muy fácil sentir miedo por todo.

Cuando miro a mi alrededor y contemplo la inmensidad de este cielo, paseo por los bosques, voy en bici por el rio o simplemente me quedo quieta mirando como la luz del día se marcha puedo sentir la abundancia. La vivo. Es esa energía inagotable de la naturaleza la que me hace «saber». La que me explica una y otra vez que debería estar contenta de la libertad de la que gozo simplemente por el hecho de no estar apegada a nada. La que me libera de la necesidad de competir o estar pendiente de algo más que no sea del ciclo infinito y creador de la vida. 

Vivir es amar, permanecer en un estado de conciencia ininterrumpida. Es ese estado el que te proporciona la seguridad y la certeza de que tienes y podrás tener todo lo que quieras. 

Uso de cookies

+perspectiva utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia posible. Política de cookies ACEPTAR

Aviso de cookies