
Kodak 200 #filmisnotdead #film #35mm
Concretar nuestros deseos se ha convertido en algo muy difícil.
Vero, ¿cómo es qué estás pensando algo así tan temprano?
Pues no lo sé -me dije mientras preparaba mi infusión. En realidad, pensaba que la estaba preparando con mucha atención y en parte así debía de ser porque de repente fui consciente de que lo que estaba pensando no tenía nada que ver con el té. Mi primer impulso fue decirlo en voz alta, pero al final me lo dije a mi misma no sé si en voz bajita o en forma de pensamiento. El mundo está muy confuso últimamente. Hacía tiempo que no sentía que todo se movía tanto y aunque no sabía definir con palabras ese movimiento no me importaba porque lo que sí sabía era que aquella confusión era sólo el efecto. La causa, estaba dentro de cada uno de nosotros. Aquella mañana veía un mundo confuso porque nosotros, habitantes de este planeta, vivimos inmersos en una gran confusión interna.
Agarré la infusión con las dos manos para notar el calor de la taza y acerqué la nariz para olfatear. Quería identificar los olores de las diferentes hierbas uno a uno. El tic tac regular del reloj que usábamos para cocinar parecía sonar cada vez más fuerte. Siempre me había puesto nerviosa ese ruidito de la aguja que marca los segundos empujada por un mecanismo a pilas que parece más débil que el propio paso del tiempo.
Pensar en la confusión me hizo recordar aquel instante en el que sentí claridad en mi vida. Una claridad que no tenía nada que ver con la mente ni con ser capaz de ver una idea que antes no había visto. No era ese tipo de claridad en la que al final lo único que haces es saltar de un juicio a otro. Cambiar una creencia por otra porque resulta más conveniente. No era una claridad por sustitución. Era esa claridad que se sitúa en el corazón. A la que se llega sin metas ni objetivos porque ni siquiera sabes que pueda existir.
La claridad de corazón, creo que nadie la llama así sólo yo, es aquella en la que lo único que tienes que hacer es estar bien despierto. Con todos los sentidos conocidos y no conocidos muy alerta porque es la claridad en la que las cosas no se consiguen sino que se revelan.
Me senté al lado del ventanal para rozar la luz olvidando el sonido del reloj. Dejé la taza de cerámica sobre la mesa. Aquel momento de encuentro con «Claridad» persistía flotando en la oscuridad de mi mente: ¿Cómo fue que llegué a ese momento? ¿Cómo es posible mantener esa lucidez tan bella? Entonces, como si estuviera observando una gran pizarra en lugar de la ventana aparecieron aquellas palabras dibujadas con letras de neón: con bondad. Has conocido a «Claridad» porque no te quedaba otra opción. Estás viviendo desde el amor y la bondad hacia uno mismo es la fuerza más poderosa para llegar donde quieras llegar.
Estiré el brazo hacia la mesa y tanteando volví a coger la taza. Cerré los ojos y el mensaje todavía seguía allí: bondad para con uno mismo.