En la vida hay que saber elegir qué dejamos que entre por nuestros oídos hasta llegar a nuestro corazón.
Desde pequeña he tenido que escuchar opiniones y versiones sobre mi.
Sobre cómo era. Sobre cómo debería de ser. Valoraciones de otras personas y de mi mente que tuvieron una gran influencia en mi comportamiento. Muchos los creí, otros los fui dejando por el camino. No podía prestarles demasiada atención si quería conseguir mis sueños.
Hace días, escuché al doctor Mario Alonso Puig contar una historia sobre ser inteligentes. Sobre sueños. Sobre qué creer. ¿Quieres conocerla?
Sueños, pasión y una opinión
Esta es la historia de una niña que tenía una ilusión enorme por convertirse en una gran bailarina. Era tanta su ilusión y sus ganas de conseguir su sueño que pasaba horas y horas ensayando. Practicando.
Los años fueron pasando y la niña se convirtió en una adolescente que bailaba excepcionalmente bien y que todavía esperaba su oportunidad.
La oportunidad llegó. Un día, a través del periódico, se enteró que el director de un famoso ballet internacional iba a su ciudad. Elegía jóvenes promesas.
«Por fin ha llegado mi oportunidad. Por fin alguien conocerá mi talento. Por fin alguien me dará alas para volar»- se dijo feliz.
Consiguió una prueba y bailó delante del prestigioso director. Puso toda su pasión, toda su ilusión, toda su capacidad en aquel momento. En aquel baile. Cuando terminó se acercó a él y le preguntó:
«¿Cree usted que puedo ser una gran estrella?»
El director la miró y le dijo… «En absoluto. No puedes ser una gran estrella. No tienes talento».
Desanimada, se olvidó de su sueño. Tiró sus zapatillas de ballet a la basura y siguió con su vida. Se casó. Tuvo dos hijos y aceptó un empleo modesto.
Al cabo de los años, en el mismo periódico de aquella vez, pudo leer que el gran director regresaba de nuevo a la ciudad. Esta vez para hacer una representación. Consiguió una entrada y allí se presentó. Se emocionó mucho viendo a aquellos bailarines.
Como conocía a un empleado del teatro pudo acceder de nuevo al director. Tenía ganas de encontrarse con él después de tanto tiempo.
«Enhorabuena. Qué maravilla de función. Usted no se acuerda de mi, por supuesto. Estuvo hace años buscando jóvenes promesas aquí mismo. Yo me presenté pero usted me dijo que no tenía talento».
«Naturalmente. Eso se lo digo a todos»- dijo el director.
«¿Cómo?»- respondió ella. «Si, si, que se lo digo a todos».
«¿Usted se lo dice a todos? Pero…yo he abandonado mis sueños, he arruinado mi vida porque creí lo que me decía».
«Naturalmente señorita. La experiencia me ha demostrado que los que triunfan en la vida son los que creen más en sus sueños que en lo que otros creen de ellos».