Querer tener todo bajo control nos perjudica. Nos quita la paz.
Vivir con tranquilidad depende de saber encontrar ese balance entre lo que se puede controlar y lo que no. Entre lo que deberíamos gestionar o dejar ir.
La necesidad de control no es más que una falta de amor. Un desconocimiento de emociones como el miedo, la ira, la inseguridad…Emociones que nos asaltan de vez en cuando y que nos cuesta reconocer.
Conocer la diferencia entre las cosas que podemos controlar y las que no marcan la diferencia en nuestra vida. Vivamos desde el amor. En el presente. Seamos pacientes y bajemos un poco esas expectativas que a veces son demasiado altas.
Confiemos. Dejemos que las cosas sucedan sin estar constantemente preocupados y estresados. La vida es certeza y también incertidumbre. La vida es misterio. ¿No es eso maravilloso?