Hace cinco años mi historia no era muy diferente a la de muchas personas ahora.
Tenía un trabajo estresante que no me permitía desarrollar mis habilidades creativas y además no me permitía disponer de tiempo para mí.
Comía de manera desorganizada. Nada de alimentos frescos y todo preparado.
Vivía en un sitio que me encantaba pero no podía disfrutarlo porque estaba siempre trabajando.
No solía reírme mucho. Nada me ilusionaba. No conseguía disfrutar.
Entre semana era un caos porque me pasaba la vida en un avión cargada de responsabilidades y los fines de semana los pasaba durmiendo porque estaba agotada.
Mis relaciones personales eran tan caóticas como mi vida. No podía mantener una relación estable y apenas tenía tiempo para mi amigos y familia.
En definitiva, había «comprado un modelo de éxito» que era falso y que me estaba matando.
Entonces, llegó el momento de cambiar. Me llevó un año dar el paso.
En qué me apoyé para hacer el cambio
– Que el miedo no me dominara
El miedo no es algo controlable, es más, es de agradecer que aparezca porque a mí siempre me indica que es en ese momento en el que tengo que actuar. El miedo sería mi señal para parar y revisar. Parar y revisar para luego actuar. Cuanto más miedo más motivo para actuar.
– Vivir en el presente
Aunque mi forma de vida tomaría tiempo a largo plazo no iba a vivir en ese futuro que deseaba antes de tiempo. Sino que viviría paso a paso. Sería la única forma de no frustrarme y ver oportunidades nuevas que yo seguro que ni había considerado. El presente es el único momento en el que en realidad puedes hacer algo.
– Simplificar mi vida
Se acabó el acumular. Revisé todos mis gastos y los reduje al mínimo. Regalé cosas que no necesitaba. Esta parte no fue nada difícil porque no he sido persona muy consumista, sí que lo fuí en el período que me sentía más infeliz pero siempre he tenido una vida muy sostenible. Aún así decidí simplificarla todavía más. Lo conseguí no sólo a nivel material sino a nivel emocional. Me deshice de todas esas creencias y emociones negativas después de reconocer de dónde venian y ver que no me beneficiaban.
– Escucharme siempre a mí misma
Desde niña he sido una persona con las ideas muy claras la mayoría del tiempo. Sin embargo, he tenido momentos en los que he escuchado demasiado a los demás. Me dejé influir y no acabó bien. Cuando decidí dejar Hard Rock Café no se lo dije a nadie. Estuve un año planeando mi marcha y no lo conté hasta el momento que estuvo hecho. Incluso mi familia se enteró una semana después de haberlo comunicado a la empresa.
A veces, escuchar a los demás no ayuda demasiado sobre todo si no tienes las ideas claras. Siempre he seguido a mi corazón y aunque muchas muchas veces me he equivocado nunca lo he visto como un fracaso sino como una forma de crecer. He caído y me he levantado yo sola. Nunca tuve que decir que fue culpa de nadie.
Si quieres evolucionar en tu vida hay que cambiar, si no lo decides por tí mismo alguien o algo hará que ocurra, con lo cual no hay vuelta atrás. Conservar algo que no te sienta bien no es muy sano. El cambio es lo único estable.
Se puede caminar bonito no todo es un «drama». Haz lo que ames.
