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«Esto me recuerda a mi época, cuando ibamos a por el carbón»- me dice el hombre de avanzada edad con gafas de montura pesada y voz grave.

Yo no puedo más que esbozar una sonrisa. Estoy triste. Profundamente triste. No doy crédito a lo que estoy viviendo en ese momento.



La historia de Iñaki

Iñaki es el farmaceutico de mi barrio. Un farmacéutico joven y nada convencional. Comprometido con la naturaleza y que va con su bici de arriba a abajo.

Desde el marco de la puerta de su farmacia donde espero y mientras una larga cola detrás de mí da la vuelta a la manzana, veo su cara triste y preocupada detrás del mostrador mientras atende a la gente. Una cara que sólo recordarla me parte el alma.

Afortunadamente visito poco a Iñaki, no he estado enferma en mucho tiempo, creo que desde que tuve mi tumor. Así que ,si voy, es alguna vez para adquirir algún producto de parafarmacia porque yo suelo consumir productos naturales. Desde hace un par de semanas y por circustancias personales tengo que acudir a por medicamentos de primera necesidad así que veo a Iñaki más de lo habitual y también a un montón de personas haciendo largas colas esperando a que su medicamento esté disponible.



Lo que está pasando

Desde el pasado viernes 9 de noviembre 4500 farmacéuticos de la Comunidad Valenciana están en huelga. Huelga indefinida. El gobierno de la Generalitat Valenciana lleva desde el mes de mayo sin pagarles. Es decir, estas personas que son trabajadores como tú y como yo llevan seis meses expendiendo medicamentos asumiéndolos de su propio bolsillo para que la gente pueda acceder a lo que es un derecho. Curarse. La Generalitat les debe más de 540 millones de euros. 

La situación es de total emergencia, no sólo porque hay muchas farmacias que ya están en concurso de acreedores y probablemente tengan que cerrar sino porque la gente se está quedando sin medicamentos.

«Yo no me voy de aquí. Aunque no tengan lo que necesito esperaré. Vengo a esta farmacia desde que Iñaki abrió y no me voy a ir a otro sitio»- me dice una señora mayor hoy mientras hacíamos una gran cola, de nuevo. 

«Claro que sí»- le contesto yo con resignación. «Tenemos que apoyarnos los unos a los otros, sino ¿qué sentido tiene todo esto?»

Podemos cambiarlo

Cada día que pasa hay más gente que necesita medicamentos. Colas más largas y menos medicinas. Cada día que pasa las farmacias tardan más en abrir para cubrir los servicios mínimos. Cada día que pasa…es un día que tenemos que hacer algo y no sólo en este caso, sino con todo lo que está pasando a nuestro alrededor.

Tú que me lees siempre sabes que nunca te pido nada. Siempre comparto contigo todo lo que puedo y más, pero en esta ocasión sí que me gustaría pedirte algo. Esto no es «lo que hay». Sabemos que hay «otra manera». No podemos bajar los brazos. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros. Derechos sociales esenciales están a punto de desaparecer y nosotros podemos hacer algo, estoy segura. Así que por favor, cree de verdad que podemos contribuir.Cuéntale a todo el mundo que podemos cambiarlo. Que tenemos voz, que podemos usar nuestros blogs para divulgar lo que pasa. Que podemos velar por los demás. Que bien gestionado hay para todos.Sólo te pido eso. 

Iñaki,lo estás haciendo muy bien. La gente del barrio te apreciamos un montón. No lo dudes. 

Estoy muy triste. 



**Sé que no hace falta decirlo pero por si acaso: no estoy defendiendo el sector farmacéutico ni su monopolio,  sólo estoy contando lo que le pasa a Iñaki y a la gente que hace colas a las puertas de su farmacia. Un hecho que me consta que está pasando en cada ciudad de la Comunidad Valenciana.

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