+Foto original de Andrea FG
“No es lo más urgente educar para la vida ya hecha, sino para la vida creadora”. Ortega y Gasset
Zahara apareció digitalmente en mi vida en sus inicios artísticos en la red. También estaban siendo los mios. Más tarde, la vida ha querido que coincidiéramos de nuevo. Así que, aprovechando la oportunidad le pedí que «cantara» algo sobre sus hábitos creativos en +perspectiva. Así lo ha hecho. El artista es un inspirado, pienso yo. Zahara es más que eso. Más que artista. Más que un estar siempre inspirada. Es inocencia, es ser natural, es voz, delicadeza y transparencia. Es mucho humor-amor. No se puede apresurar a la inspiración. Ella lo sabe por eso no lo hace. La vive. Reconocer es una operación que te remite a un conocer previo. Yo la he reconocido en sus palabras a +perspectiva. Os dejo con ella.
Observo. Me rodeo de niños de 4 y 5 años y los veo crecer, inventar, construir.
Hay un momento en la niñez en el que se nos exige madurar de golpe, donde los amigos imaginarios ya no son bien recibidos, donde empezar a tener responsabilidades es más importante que desarrollar un mundo interior, aunque no todos puedan verlo.
Creo que un entorno que favorezca esa universo y que no lo reprima hará del niño imaginativo un adulto creativo.
Tal vez esa fue mi suerte. Cuando mis padres me veían jugar sola en la habitación, hablar con amigos donde sólo había árboles y crear teatros con cajas de cartón, no trataban de parar eso, si no, al contrario, alimentar el monstruo invisible que vivía en mi armario. Así fue como al crecer, dejé que mis creaciones infantiles me acompañaran, de otra manera, a la vida adulta.
De ahí a hacer canciones, como es mi caso, hay un pequeño paso que se da, normalmente, sin darse cuenta.
Para ser creativo no sólo hay que crear o inventar, hay que vivir.
Soy de las que creen que nada se inventa de la nada, si no que todo se reconstruye. La idea de un ángel, por ejemplo, no es más que la imagen de un niño con unas alas de un ave. Inventar es un reciclar constante de lo que vemos, soñamos, pensamos, leemos, oímos… Por eso para crear, primero hay que vivir, experimentar.
Una vida llena de experiencias favorecerá una creación prolífica e incluso intensa sin que la experiencia necesariamente lo sea.
Una persona creativa tiene la virtud, aunque no lo sepa muchas veces, de tener buena memoria. Vive su vida y a la vez una parte de su cerebro está registrando esas emociones, esas palabras, esas sensaciones para luego contarlas de la manera que sea. Recuerdo verme en conversaciones dolorosas y en lugar de pensar que decir, estoy intentando recordar lo que me han dicho para luego contarlo.
Funciona un poco así
Vive, recuerda, ordena, y cuenta.
Si quieres saber más sobre Zahara puedes hacerlo aquí y aquí