El criterio más elemental para cambiar, es que lo que vivimos no nos produce
la paz y la armonía deseada. La verdadera causa: nuestra forma de
ser, hacer y pensar. Nada que ver con las circustancias externas, aunque nosotr@s lo
proyectemos siempre hacia el exterior. Es más, muchas veces cambiamos el "afuera"
y seguimos con muy poco bienestar interior. ¿Qué escoger entonces?
¿Arriesgarse o permanecer? A veces no queremos cambiar porque pensamos que
el ser como somos nos hace especiales para los demás, aunque tengamos un carácter
que a nosotros no nos haga sentir bien. Si cambiamos, ¿quién seremos?
¿dejaremos de ser especiales?