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Hoy estuve reunida con un colega para determinar qué estrategias de venta debía seguir para potenciar su negocio.

Soy de la idea de que la decisión estratégica se basa en «el querer ser comprado» y al mismo tiempo en «querer vender».

Siempre intento funcionar como la naturaleza, con el consumo mínimo de energía por lo que mi vida se basa en centrarme y focalizarme en acciones para «ser comprado», ya que me permite ser más genuina y esforzarme menos en convencer y planear.

No me interesa la venta tal y como es concebida hasta ahora, me interesa ser comprada porque mi forma de ser y mi trabajo inspiran, porque genero confianza, porque mi estilo gusta, porque en definitiva, mi actitud es amorosa y empática.

No quiero tener mil clientes en poco tiempo, sino poco clientes en mucho tiempo.
Ofrezco calidad, no la vendo.

Sé que mucha gente de la que me lee está empezando su negocio, otra lleva ya muchos años dentro del mundo corporativo con sinergías de trabajo muy determinadas, sin embargo, yo invito a reflexionar sobre esto que estoy contando.
¿Qué supone para ti el «que te compren»? ¿Te parece una pérdida de poder?
¿Te parece tener mucha confianza en quien eres y en lo que ofreces?
Qué me dices… ¿compras mi filosofía?

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