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Photo by Verónica Gran (legranphoto.com)

Hoy he tenido un día de «no hacer nada». Un día vago. Si, he dicho vago. Para la mayoría de las personas el «no hacer nada» significa ser vago y eso es algo malo.
Yo no estoy de acuerdo. Vaguear es fantástico.
Cuando mi cuerpo me pide descansar le hago caso. Es una señal. Mi templo me está avisando que tengo que parar. Lo hago y me siento muy bien.
Es curioso, pero ese parar se considera malo, cuando día a día estamos haciendo el vago cuando cogemos el coche para ir a cualquier sitio al que llegariamos andando, cuando usamos la lavadora o el ordenador.
Se trata de dedicarse a uno, para luego ser más productivo. Si, se trata de hacer menos.
Eso sí, estas cosas se hacen de una forma inteligente. Observa el impacto de cada acción que tomes y piensa en aquellas que puedes dejar de hacer durante un día. Normalmente se puede hacer mucho «haciendo menos».
Te pongo ejemplos? Allá va!
Compra menos: a menos compras mejor control de tus gastos y más relajado podrás llegar a fin de mes. Tú sabes lo que realmente necesitas.
Juzga menos: dedicate a tener una actitud más amorosa, sé generoso, compasivo, amable contigo y con los demás.
Planea menos y deja de pensar en el futuro: disfruta del presente que es lo único que existe.
Así pues, dedícate más a ser y menos a hacer.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste un día vago? Cómo te sentiste?

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