
Cuando hablamos dijo algo sobre estar recibiendo un regalo tan bueno que aún no podía creerlo.
___________
Era como si un mecenas invisible hubiera venido y le hubiera ofrecido «la oportunidad». Algo que ni en sus mejores sueños habría podido imaginar. Así. Por la cara. No había excusas para no hacerlo. Iba a demostrarle al mundo que sí podía. De mi garganta sólo unas palabras: no hay nada que demostrar. Ni a ti ni a los demás. Él, tu mecenas, sólo quiere que te dediques a ser. Luego, si te queda tiempo, podrás mostrar, y esto nada tiene que ver con demostrar.
Su sensación de alivio no tuvo una imagen concreta pero la pude identificar.