«Yo también»- le contesté.
Colgué el teléfono y me tiré en el sofá.
La vida y sus sorpresas. Las sorpresas de la vida.
Me hablaba con un hilillo de voz, no se encontraba muy bien, aunque reía mientras me lo decía. Admirable.
La tuve muy cerca. Todos los jueves a la misma hora.
Juntas con nuestras confidencias.
Está muy enferma. Casi no nos vemos. Ahora sus citas suelen ser con una «fabulosa oncóloga y un radiólogo muy humano». Cuenta ella de forma tierna.
Siempre he estado muy consciente de todas las personas a las que tengo a mi alrededor. Las cuido. Es mi manera de ser. Con ella ha sido igual. Será siendo igual.
Fue en ese momento, al colgar el teléfono cuando no pude evitar preguntarme eso de…¿Cuánta gente habré mirado en mi vida y no he visto?
Dedicado a todas esas personas anónimas que hacen que el mundo cada día se mueva aunque yo no las vea.
Dedicado a tí que cuidas de todas a las que miras y ves.