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Era una Orbea de color pistacho. Justo a mi medida.
En realidad era muy joven. Ni siquiera tenía un año.






Aquella noche cuando regresé a casa y entré en el garaje ya no estaba. En su lugar sólo quedaba…¡su hueco!


Me puse a merodear alrededor buscándola, consciente de que había desaparecido pero con la sensació de que no pasaba nada, que probablemente la encontraría.


Ni rastro. Definitivamente alguien  se la había llevado.



¿Y ahora? En un segundo vinieron a mi cabeza los procedimientos a seguir en un caso como éste. Así pues, me dirigí hacia la comisaria. «Vengo a denunciar el robo de una bicicleta»-les dije.




Al día siguiente y aún abrumada por lo que había pasado, escribí en mi muro de Facebook:
«¿Sabes qué? Me han robado la bicicleta. Igual quien la ha robado la necesitaba más que yo». Estaba triste, la verdad.
Fueron muchos los mensajes que llegaron de indignación y de apoyo. 
Todos llegaron a mi corazón, pero hubo uno que lo hizo de una forma más directa. Llegó a mi corazón y a mi mail. 


Era de una de las alumnas de la primera edición del curso online «Cómo hacer lo que ames». No la reconocí en un primer momento. Sólo habíamos cruzado un par de mails durante el curso.


El mensaje decía así:

«Lamento mucho lo de la bici Veronica!.

A mi también me han robado. Muchas veces. Robos varios, robos con intimidación, incluso a mano armada… me han entrado en casa… la última vez hace 2 años y me quitaron todo lo q tenía de valor, como un joyero q ahora podría estar empeñando y salir del paso. Y el portátil con todo lo q tenía dentro… uffff


El sentimiento final es ese, Q TRISTE!! 
Y el consuelo fue el mismo: quizás lo necesiten más q yo… 
Nada más se me ocurre para decirte y el resto tu eres nuestra coach, seguro q saber como superarlo…

Mira, yo tengo una bici q está bien. La acabo de traer del pueblo. 
Está llena de polvo, pq estaba guardada en un garaje. Sin tocar hacía un año. 
Cuando la guardé, acababa de hacer una puesta a punto «pata negra» con un gran experto. 
Se q está perfecta de todo… sería sacudirle el polvo e hinchar las ruedas…
Quiero volver a cogerla, sin embargo aún no puedo por una lesión q me afecta a la rodilla…

Si quieres, mientras me recupero y  me pongo en forma para poder cogerla de nuevo, la puedes disfrutar tú!!!
A ti te vendrá bien… te sacará parte de tristeza y a la bici también le dará alegría ser usada!!! Y sé q la cuidarás bien.
Es una Trek, femenina, cambio simanu y etc… sin ser una pasada, está guapa. 

Te la ofrezco de corazón!!
Ahora me voy a dormir. Si te apetece me llamas mñn a este número: XXXXX (aquí no lo voy a poner, espero no te importe)»

Muacks! 

Evidentemente le llamé. No para usar su bici, sino para darle las gracias por aquel mensaje.

Cosas que he aprendido con el robo de la bici


1. Con ella me movía más rápidamente, pero con las redes sociales, la velocidad para moverme y recibir ayuda es mucho mayor.


2. Mi bicicleta era muy bonita, pero a través de las redes sociales, los vínculos que puedes establecer con las personas es francamente bello aún sin conocerlas.


3. Que podemos cambiar la frase «Cada día me siento menos sol@» por un «Cada día me siento mejor acompañad@» (via Marián)


4. Estamos hiperconectados y eso me gusta. 


De todas formas si alguien reconoce mi Orbea pistacho por ahí, ¡que me lo cuente! 





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